«Reflexión sobre el ideal de ´producir lo que se consume» – Por Raúl Ayala

0
6

En un mundo cada vez más interconectado y complejo, la frase «cada persona debe producir lo que consume», de Juan Domingo Perón, resuena con un significado profundo que llama a la reflexión.

Este principio, que promueve la autosuficiencia y la responsabilidad individual, plantea una reflexión sobre cómo cuantificar la contribución de los individuos a la sociedad, especialmente en sectores como el empleo público y el comercio, donde la producción no es siempre tangible.

El Valor del trabajo inmaterial

El primer desafío es medir la producción en sectores donde los resultados no son fácilmente cuantificables en términos de bienes físicos.

Los empleados públicos, por ejemplo, desempeñan roles cruciales en educación, salud, seguridad y administración pública.

Aunque su trabajo no genera productos físicos, su valor es indiscutible para el bienestar social y el funcionamiento del Estado. La contribución de un profesor no se mide solo en horas de clase, sino en la formación de las mentes jóvenes; el trabajo de un médico no se cuantifica únicamente en diagnósticos, sino en la salud y bienestar de la comunidad.

En el comercio, aunque la actividad se centra en el intercambio de bienes y servicios, el valor añadido por los empleados incluye aspectos como la satisfacción del cliente, la eficiencia del servicio y la creación de una experiencia positiva de compra.

Aquí, el desafío es cómo valorar adecuadamente estas contribuciones que, aunque intangibles, son esenciales para la economía y la sociedad.

 

Salarios como reflejo del valor social

Una manera práctica de valorar la producción es a través de los salarios, que representan cómo el mercado percibe el valor de un trabajo. Sin embargo, los salarios no siempre reflejan con precisión la contribución real de un trabajador, ya que pueden estar influidos por factores externos como la oferta y demanda de trabajo, políticas laborales y procesos de negociación colectiva.

Por ejemplo, muchos trabajadores en sectores cruciales como la educación o la salud suelen recibir salarios que no reflejan plenamente el impacto de su trabajo en la sociedad.

Eficiencia, productividad y bienestar social

Para algunos roles, especialmente en el sector público, se pueden establecer indicadores de eficiencia y productividad. No obstante, esto plantea la cuestión de cómo medir el valor del trabajo que contribuye al bienestar social de manera indirecta.

La educación de un estudiante, la prevención de enfermedades o la seguridad pública son ejemplos de trabajos cuyo impacto es difícil de medir en términos estrictamente económicos pero que son fundamentales para la calidad de vida de una sociedad.

El Principio ético de contribución y consumo

Más allá de la medición y cuantificación, la frase de Perón subraya un principio ético: cada individuo debe esforzarse por contribuir al bienestar colectivo según sus capacidades y consumir de acuerdo con sus necesidades.

Este ideal, sin embargo, enfrenta desafíos en una economía globalizada donde las disparidades de ingresos y oportunidades son evidentes. En este contexto, es vital reflexionar sobre cómo asegurar que todos tengan la oportunidad de contribuir y beneficiarse equitativamente de los recursos y servicios disponibles.

En conclusión, la idea de que cada persona debe producir lo que consume es un llamado a la responsabilidad y la equidad en la sociedad.

Aunque no es sencillo cuantificar de manera exacta la producción de ciertos trabajos, es fundamental reconocer y valorar la diversidad de contribuciones que hacen posible una sociedad justa y funcional.

Reflexionar sobre estos temas nos permite avanzar hacia un modelo económico y social más inclusivo y equitativo, donde cada individuo pueda realizar su potencial y recibir lo necesario para una vida digna.

Déjanos tu comentario