* Raúl Ayala
En las últimas décadas, el mundo ha sido testigo del ascenso de líderes de ultraderecha como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei, figuras que han sacudido los cimientos de la política tradicional con su retórica incendiaria y su rechazo a las normas establecidas.
Mientras algunos celebran su llegada como una necesaria corrección a las fallas del liberalismo, otros ven en ellos una amenaza para la democracia y los valores que la sustentan.
Para entender mejor este fenómeno, resulta útil volver la mirada hacia las advertencias formuladas por el filósofo Leo Strauss, cuyas reflexiones sobre el nihilismo y la modernidad ofrecen una perspectiva reveladora.
Nihilismo y descontento con la modernidad
Leo Strauss, filósofo judío alemán exiliado en Estados Unidos, (no confundir con el antropólogo Levi-Strauss), fue un crítico acérrimo del relativismo moral y el nihilismo que, según él, caracterizaban la modernidad. Strauss advertía que el liberalismo, con su énfasis en la libertad individual y la igualdad, podía erosionar los valores trascendentales y conducir a una vida carente de propósito y grandeza. Esta crítica resuena fuertemente con el discurso de los líderes de ultraderecha, quienes denuncian la decadencia moral y cultural de las sociedades modernas y abogan por un retorno a valores tradicionales y nacionales.
La sociedad abierta y la sociedad cerrada
En sus análisis, Strauss diferenciaba entre la «sociedad abierta», que busca la integración global y la universalización de los derechos humanos, y la «sociedad cerrada», que valora las identidades y tradiciones locales. Para Strauss, el nihilismo alemán, del que los nazis eran solo una manifestación extrema, era una reacción contra la sociedad abierta y su sentido moral moderno, según enseña el filósofo Darin MacNabb.
De manera similar, líderes como Trump, Bolsonaro y Milei han canalizado el descontento popular contra la globalización y el liberalismo, promoviendo una visión nacionalista que rechaza la integración global y enfatiza la soberanía nacional.
Seriedad moral y heroísmo
Strauss valoraba la seriedad moral y el heroísmo, conceptos que parecen encontrar eco en la retórica de los líderes de ultraderecha, quienes apelan a un sentido de sacrificio y disciplina frente a las adversidades. Este llamado a la «grandeza» y el «honor» resuena con amplios sectores de la población que se sienten alienados por una vida moderna que perciben como vacía y materialista.
Supremacía de la economía
Una advertencia central de Strauss sobre el liberalismo es la supremacía de la economía, donde las categorías del mercado subordinan a la política. En la civilización moderna, la política se ha vuelto secundaria a la economía, llevando a una vida dominada por la búsqueda del interés material y el consumo. Esta crítica se alinea con la postura de los líderes de ultraderecha, que denuncian la globalización y el capitalismo desenfrenado como factores que socavan la identidad nacional y los valores comunitarios. La subordinación de la política a la economía es vista como una causa de la alienación y el descontento que alimentan el apoyo a estos líderes.
El caso de Javier Milei y el anarcoliberalismo
En el caso de Javier Milei, su rechazo al statu quo va más allá del nacionalismo y la crítica a la globalización. Milei propone el anarcoliberalismo, una ideología que aboga por la mínima intervención del Estado en todos los aspectos de la vida económica y social. Esta postura radical busca desmantelar muchas de las estructuras del Estado moderno, promoviendo un mercado completamente libre como solución a los problemas de la sociedad. La visión de Milei, aunque controversial, apela a aquellos que ven al Estado como una fuente de corrupción y opresión, y que buscan una forma extrema de libertad económica y personal.
Diferencias con Carl Schmitt
Si bien Strauss no estaba en desacuerdo con la defensa de valores morales, discrepaba con Carl Schmitt sobre cómo dirigir esa defensa. Schmitt sostenía que la política debía fundamentarse en la distinción entre amigo y enemigo, lo que inevitablemente conducía al conflicto y la lucha. Strauss, en cambio, veía esta perspectiva como insuficiente y peligrosa, ya que carecía de la esencia de la moralidad: la obligación. Para Strauss, la defensa de valores morales debía transcender la mera oposición y buscar una base más sólida y constructiva.
Tolerancia y libertad de pensamiento
Strauss también valoraba la tolerancia y la libertad de pensamiento que la democracia liberal proporcionaba. Apreciaba el espacio que dejaba para la libertad intelectual y el ejercicio de la razón, factores cruciales para el florecimiento de una sociedad. Aunque crítico del liberalismo, Strauss veía en la democracia liberal un sistema que permitía la reflexión y el debate, aspectos fundamentales para la búsqueda de la verdad y el desarrollo moral.
Educación y elitismo
Un aspecto crucial del pensamiento de Strauss es su defensa de una educación orientada hacia la excelencia, alejada del igualitarismo. Esta postura ha sido utilizada por la ultraderecha para criticar las políticas de inclusión y equidad en la educación, promoviendo una visión elitista que rechaza la democratización del conocimiento. En este sentido, las advertencias de Strauss sobre los peligros de una educación que no fomenta la excelencia resuenan con las críticas de la ultraderecha hacia un sistema educativo que, según ellos, ha perdido rigor y calidad.
El peligro interno
Strauss advirtió que la mayor amenaza para la democracia liberal no provenía de dictadores autoritarios, sino de los propios ideales de igualdad y libertad que, malinterpretados, podían llevar a la domesticación de los anhelos más elevados del alma humana. Esta advertencia es particularmente relevante hoy, cuando líderes de ultraderecha utilizan el descontento con la modernidad para promover agendas que, lejos de fortalecer la democracia, pueden socavar sus fundamentos.
Conclusión
El resurgimiento de la ultraderecha en figuras como Trump, Bolsonaro y Milei nos invita a reflexionar sobre las advertencias de Leo Strauss. Sus críticas a la modernidad y al liberalismo, aunque no exentas de controversia, nos ofrecen una valiosa perspectiva sobre las raíces del descontento contemporáneo. Si bien es crucial defender los valores democráticos y los derechos humanos, también debemos prestar atención a las preocupaciones legítimas sobre el propósito y la grandeza moral que muchos sienten han sido erosionados por la modernidad. Solo así podremos abordar de manera efectiva las tensiones y desafíos que enfrentan nuestras sociedades en la actualidad.