El Pontífice llegó a Lisboa para encabezar la Jornada Internacional de la Juventud
El Papa Francisco aseveró este miércoles que la Iglesia debe someterse a una «purificación humilde y continua», y escuchar siempre a las víctimas, meses después de la publicación de un informe sobre abusos sexuales en Portugal.
Francisco hizo estas declaraciones en un servicio en Lisboa, la capital portuguesa, donde un informe de una comisión de hace seis meses confirmó que al menos 4.815 menores fueron abusados sexualmente por clérigos -en su mayoría sacerdotes- durante siete décadas.
Por otra parte, prometió seguir «agitando las cosas» en la Iglesia, poco antes de presidir un encuentro de jóvenes católicos destinado a dinamizar una nueva generación de creyentes.
El Santo Padre introdujo numerosos cambios en la Iglesia desde su elección en 2013, e impulsó una serie de reformas que espera puedan dejar un legado duradero. Pero se enfrenta a un delicado equilibrio entre atraer a los creyentes más liberales y disgustar a los conservadores al dar un mayor protagonismo a las mujeres y hacer que la Iglesia sea más acogedora y menos crítica con algunos grupos, incluida la comunidad LGBT.
Francisco aterrizó en Lisboa ante un mar de jóvenes católicos llegados de todo el mundo para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra cada dos o tres años en una ciudad diferente. Es el cuarto evento de este tipo que Francisco preside desde que es Sumo Pontífice.
«Seguiremos agitando las cosas», dijo Francisco a los periodistas en el avión procedente de Roma, después de que se le recordó cuando instó a los jóvenes durante una anterior Jornada Mundial de la Juventud en Brasil a no ser complacientes, sino a hacer ruido e instigar el cambio.
El Papa, de 86 años, realiza su primer viaje desde la operación intestinal a la que fue sometido en junio y utiliza silla de ruedas y bastón, parecía en buena forma y dijo que esperaba regresar a Roma el domingo «rejuvenecido».
En Lisboa, jóvenes creyentes saltaban y cantaban mientras ondeaban orgullosos la bandera de su país ante la embajada del Vaticano, donde reside Francisco durante su visita. Jóvenes católicos de casi todos los países del mundo llegaron a Portugal.
La Jornada Mundial de la Juventud «es un signo de fe y unión en el que todos nos unimos por una causa», dijo Carlos Hernández, de 20 años. «Es muy emotivo».
Pero para otros, el enorme escándalo de abusos sexuales por parte del clero en Portugal había ensombrecido el evento.
En la misa inaugural del martes, antes de la llegada del Papa, el australiano Andrew De Santos, de 35 años, expresó su esperanza en que la próxima generación sea capaz de superar los «errores» del pasado.