La política argentina, como un espíritu en constante auto-despliegue, ha estado marcada por la desconexión entre la dirigencia y las demandas de la sociedad. En un país donde las tensiones políticas son moneda corriente y el resultado es el descalabro económico y la pauperización social, resulta fundamental mirar a la filosofía de Hegel para entender el dilema que nos aqueja.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el filósofo alemán del siglo XIX, sostenía que el espíritu se manifestaba a través de un proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis. Este concepto puede arrojar luz sobre la situación política argentina actual. En lugar de alcanzar una síntesis que permita avanzar hacia un bienestar común, la política argentina a menudo se queda en una eterna confrontación entre fuerzas antagónicas.
La falta de acuerdos políticos sólidos y la tendencia a desmantelar las políticas implementadas por la gestión anterior impiden la creación de una síntesis, en el sentido hegeliano. Cada nuevo gobierno tiende a desandar el camino de su predecesor, sin considerar los logros alcanzados o las necesidades reales de la sociedad. Esto perpetúa la negatividad hegeliana, dejándonos atrapados en una lucha interminable de tesis y antítesis.
La necesidad de construir una política basada en la ética y en el diálogo se vuelve evidente. La dirigencia política debe recordar que su principal objetivo es servir al pueblo y no solo a intereses partidistas. La creación de acuerdos políticos duraderos es esencial para construir un futuro más próspero.
Hegel también afirmaba que el espíritu se objetivaba a través de instituciones y organizaciones políticas. En el contexto argentino, esto significa que nuestras instituciones políticas y judiciales deben ser fortalecidas y depuradas de intereses personales o partidistas. Solo entonces podremos avanzar hacia una síntesis que refleje el verdadero espíritu del país.
Es hora de que la política argentina se inspire en la filosofía de Hegel y busque la síntesis. Solo a través de un compromiso ético, acuerdos políticos sólidos y una visión a largo plazo podremos superar la permanente negatividad que nos ha atrapado. La Argentina merece un futuro en el que el espíritu de su pueblo se refleje en políticas que realmente resuelvan sus necesidades. La tarea no es fácil, pero es esencial para construir una nación más justa y próspera. Por: Raul Ayala