El ajuste brutal de Milei genera una enorme caída de la actividad

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* Raúl Ayala

La caída de la actividad económica en Argentina a julio de 2024 es alarmante: la construcción se desplomó un 24%, la industria cayó un 21%, y el comercio sufrió una contracción del 19% en términos interanuales.
Estos números reflejan no solo una recesión profunda, sino también una consecuencia buscada y calculada por el gobierno de Javier Milei, quien ha implementado un ajuste brutal como parte de su estrategia económica.
En diciembre de 2023, Milei llevó a cabo una devaluación del peso argentino que alcanzó el 118%, según señalan economistas ortodoxos como Carlos Melconian, Domingo Cavallo y Miguel Ángel Broda.
Este ajuste drástico en el tipo de cambio, que pasó de 360 a 800 pesos por dólar, fue una de las mayores subas diarias en la historia económica reciente del país.
Medios como Ámbito Financiero y La Jornada destacaron este hecho como un golpe masivo al poder adquisitivo y a la estabilidad económica.
Sin embargo, lo más preocupante no es sólo la magnitud de la devaluación, sino cómo Milei ha distorsionado los números en su narrativa para justificar este ajuste.
En su columna del viernes, Jorge Fontevecchia titula «degenerado matemático» y advierte que Milei manipula los números para justificar la narrativa del ajuste, que a muchos otros medios, como Clarín, TN les gusta militar.
Por ello, a pesar de que algunos medios han reportado una devaluación del 108%, la realidad es que el ajuste fue del 118%, exacerbando la recesión y sumiendo a la economía argentina en una crisis aún más profunda.
Milei ha manipulado las cifras para presentar su ajuste como la única solución viable, ignorando deliberadamente las alternativas que podrían haber evitado un impacto tan devastador en el tejido social y económico del país.
Milei justifica su enfoque con la necesidad de alcanzar un déficit fiscal cero, pero esta estrategia ha demostrado ser altamente dañina.
No solo ha trasladado los costos del ajuste a las provincias, municipios y a los sectores más vulnerables, sino que también ha utilizado un discurso alarmista y basado en cifras infladas para defender su agenda.
Como bien decía John Maynard Keynes, «en el largo plazo todos estaremos muertos», subrayando la importancia de considerar las consecuencias inmediatas de las políticas económicas y no solo los beneficios futuros inciertos que puedan derivarse de ellas.
En definitiva, la narrativa de Milei, construida sobre números ficticios y una visión distorsionada de la realidad, ha justificado un ajuste que está destruyendo el tejido social y hundiendo a la economía argentina en una recesión profunda.
Es urgente replantear este enfoque y considerar alternativas que no sacrifiquen el presente en nombre de un futuro que, como sabemos, es incierto y, en muchos casos, inalcanzable para la mayoría de los argentinos.
Porque en economía como en política no hay un solo camino.
Y si bien es cierto, cualquiera que hubiera asumido el gobierno en diciembre hubiera devaluado el peso corrigiendo el atraso cambiario previo a las elecciones, pero en lugar del 118% hubiera sido el 60% como con Carlos Melconian de ministro de Patricia Bullrich o el 30% con Gabriel Rubinstein como ministro de Sergio Massa por lo que hubiera sido esperable una inflación entre 300% y 400% para 2024 mientras que el tándem Milei/Caputo llevó la devaluación al extremo en la búsqueda de generar la actual recesión y que la inflación caiga como consecuencia de la caída de la actividad. No hay consumo, tampoco se genera producción. La paz de los cementerios.
¿Y para qué esto? Para pagar la deuda externa ¿,con qué fin? Para que en diciembre cerrar un acuerdo con el FMI y, como dijo Milei, «tirarse de palomita a conseguir préstamos (en dólares) al mercado».
Y los nuevos préstamos serán, como lo fueron con Macri, para beneficiar a grandes jugadores económicos. No habrá dinero para recuperar la actividad. Y los jubilados, los vulnerables y la comunidad en general, seguirán en la senda del empobrecimiento. Eso, si antes no surgen las válvulas de escape del enojo social.

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