La democracia, ese sistema de gobierno que ha sido el camino de la libertad y la participación ciudadana, enfrenta desafíos formidables en el siglo XXI. Para entender cómo salvarla, debemos analizar las reflexiones de Steven Levitsky, Daniel Ziblatt, Yascha Mounk y Ernesto Laclau, quienes nos ofrecen diferentes perspectivas sobre el estado de la democracia y las posibles soluciones.
Levitsky y Ziblatt: La fragilidad de las instituciones democráticas
Los autores de «Cómo mueren las democracias» nos advierten que las democracias no colapsan de la noche a la mañana por golpes de Estado, sino que mueren gradualmente a través del debilitamiento de las instituciones y normas democráticas. Esto ocurre cuando líderes electos socavan esas normas para consolidar su poder y eliminar a sus opositores.
Levitsky y Ziblatt proponen indicadores para detectar líderes autoritarios en potencia: rechazo de reglas democráticas, negación de legitimidad a opositores, tolerancia a la violencia y restricción de libertades civiles. Destacan la importancia de los partidos políticos como guardianes de la democracia y recomiendan reformas electorales y la promoción de un diálogo cívico para fortalecerla.
Mounk: El desafío del populismo
Yascha Mounk, en su obra «El pueblo contra la democracia,» señala que la democracia liberal se tambalea ante el auge de movimientos populistas que desafían sus valores. Mounk identifica tres factores detrás de esta crisis: estancamiento económico, cambio cultural y aislamiento social. Estos han llevado a la insatisfacción y la aparición de líderes populistas que prometen devolver el poder al pueblo.
El autor alerta sobre el peligro del populismo, que tiende a ser excluyente, homogéneo y antidemocrático. Propone reformas electorales, lucha contra la desigualdad y promoción de una identidad cívica inclusiva para revitalizar la democracia liberal.
Laclau: ¿Defensor del populismo?
Ernesto Laclau defiende al populismo como una forma de construir un sujeto político a partir de demandas insatisfechas y antagonismos sociales. Lo ve como una respuesta a la crisis de la representación y una estrategia para democratizar la democracia al ampliar el espacio público y cuestionar las relaciones de poder.
Laclau sostiene que el populismo puede ser una fuerza para la inclusión y la participación política. Sin embargo, es crucial no perder de vista los riesgos de un populismo que se vuelva excluyente y autoritario.
Salvando la democracia
En este escenario, para salvar la democracia, debemos encontrar un equilibrio. Las ideas de Levitsky y Ziblatt resaltan la importancia de proteger las instituciones y las normas democráticas. Mounk nos alerta sobre los peligros del populismo y la necesidad de reformas. Laclau nos recuerda que el populismo puede ser una fuerza democratizadora, pero debe ser guiado por valores inclusivos y el respeto a las instituciones.
La respuesta está en fortalecer la democracia desde adentro, protegiendo sus fundamentos mientras se escuchan las legítimas demandas del pueblo. La renovación de la educación cívica y la promoción de un diálogo inclusivo son esenciales. En última instancia, salvar la democracia implica un esfuerzo conjunto de líderes políticos, ciudadanos y académicos para preservar y revitalizar este valioso sistema de gobierno. * Raul Ayala