En el escenario actual, los jubilados enfrentan padecimientos exacerbados por decisiones de directivos del Banco de Formosa SA y funcionarios provinciales, a pesar de que el Estado posee el 51% de las acciones. La obligación de hacer largas colas, parados y a la intemperie, incluso para aquellos con certificados de discapacidad o historias clínicas, ha llevado a situaciones trágicas, como la muerte de un jubilado el mes pasado mientras esperaba, parado en la fila.
Si bien el contexto económico destaca la obligación del Estado de pagar haberes en tiempo y forma, el Banco de Formosa SA debe adoptar medidas para proteger a un sector vulnerable. Este grupo, acostumbrado al manejo de dinero físico, merece consideración especial.
Estas circunstancias se entrelazan con la vigencia del concepto de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal. Su advertencia sobre la falta de pensamiento crítico y responsabilidad moral resuena en situaciones como estas, donde la indiferencia y la opresión cotidiana de directivos y de funcionarios que no reflexionan sobre las implicancias morales y éticas de sus decisiones, perpetúan el sufrimiento de los jubilados.
Arendt nos insta a reflexionar sobre la acción política, la dignidad humana y la resistencia al totalitarismo. Su concepto no excusa actos atroces, pero subraya la fragilidad humana y la necesidad de defender la democracia y los derechos humanos. En la actualidad, casos de corrupción, negacionismo y violencia resaltan la relevancia continua del concepto de Arendt para abordar los desafíos éticos y políticos de nuestro tiempo.
-Raúl Ayala-