Votar con inteligencia (¿artificial?) – Por Raul Ayala

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En el complejo escenario político argentino, los conceptos filosóficos de Gilles Deleuze y Zygmunt Bauman ofrecen perspicaces lentes para examinar la dinámica electoral y el comportamiento del electorado. Deleuze y su coautor Guattari, en su obra «Capitalismo y esquizofrenia», plantean la interesante idea de que el capitalismo es una forma de esquizofrenia social. ¿Qué mejor descripción de la política argentina actual que una suerte de esquizofrenia? En lugar de una sociedad cohesionada, vemos fragmentación, alienación y deshumanización.

La política argentina ha estado marcada por divisiones profundas, donde las ideologías y los intereses se fragmentan en facciones cada vez más pequeñas. Los ciclos electorales, más que generar estabilidad, parecen agudizar esta esquizofrenia política. Los votantes se ven arrastrados por una marea de discursos y promesas que cambian con rapidez, lo que plantea interrogantes sobre la solidez de las decisiones políticas.

Enlazando con las ideas de Zygmunt Bauman y su concepto de «modernidad líquida», podemos entender mejor la situación argentina. La «modernidad líquida» se refiere a la liquidez y volatilidad que desorganizan todos los aspectos de la vida social. En el contexto político argentino, esto se traduce en un electorado que se adapta rápidamente a las circunstancias cambiantes. Los votantes pueden cambiar de opinión con facilidad, impulsados por la inmediatez de las redes sociales y las noticias en constante evolución.
La política argentina se asemeja a una danza vertiginosa de identidades, coaliciones y discursos que se desintegran y se recombinan constantemente. Esto puede ser un desafío para la estabilidad política, pero también refleja la diversidad y la capacidad de adaptación de la sociedad argentina.

Sin embargo, esta fluidez política también plantea desafíos importantes. La fragmentación excesiva puede dificultar la toma de decisiones y la implementación efectiva de políticas. Los líderes políticos deben comprender la naturaleza líquida de la política argentina y trabajar para establecer puentes de comunicación sólidos en lugar de caer en la trampa de la polarización extrema.

En última instancia, la realidad política argentina se asemeja a un laberinto de contradicciones y cambios constantes. Las ideas de Deleuze y Bauman arrojan luz sobre este fenómeno, invitándonos a considerar cómo la esquizofrenia social y la modernidad líquida influyen en la forma en que los argentinos participan en la política y toman decisiones en un mundo en constante transformación.

 Por Raul Ayala

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