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El pasado 30 de noviembre, cuando el mundo entraba en el espíritu de fin de año y tenía los ojos centrados en la Copa del Mundo en Qatar, debutó un programa que pronto se consideró un paso adelante en el avance de la inteligencia artificial: ChatGPT.
Este nuevo sistema puede generar contenidos escritos de forma altamente coherente y muy parecidos a los creados por los humanos.
A pesar de los errores y carencias que aún existen, la capacidad ya demostrada por el programa, y su potencial para mejorar a largo plazo, despierta no solo admiración, sino también temores.
Basta con mirar la cantidad de reseñas que asocian ChatGPT con la palabra «amenaza». Muchos sienten que el programa parece demasiado convincente al imitar el habla de un ser humano y prevén la aparición de problemas.
Son interrogantes sobre la posibilidad de una fuerte ruptura en áreas como la creatividad, el aprendizaje y la educación, el trabajo, la seguridad digital y la democracia misma, como se afirma en un artículo reciente de The New York Times.