Después de dos años, Francisco celebró el Domingo de Resurrección ante una plaza repleta de fieles. Pidió por el fin de la guerra en Europa y por las condiciones sociales de los países de la región.
«Nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra», agregó Francisco. «Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. Nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas».
En este contexto, llamó a dejar «entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países». Recordó a las víctimas ucranianas, a «los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”.
El Papa también pidió por la paz en Oriente Medio y en África, y hasta dedicó unas palabras a Argentina y la región. «Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico», reflexionó.
Por último, Francisco hizo un llamado a los fieles para que no se rindan frente al mal y la violencia. «Dejémonos vencer por la paz de Cristo. La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos», afirmó.
C5N