El expresidente encabeza un acto en San Pablo para lanzar su postulación a presidente por el Partido de los Trabajadores (PT) para los comicios generales del 2 de octubre, con el conservador Geraldo Alckmin como compañero de fórmula.
Alckmin participó del acto pero a través de un video ya que está con Covid-19 y allí revindicó la figura histórica de Lula y el momento histórico de Brasil para evitar la reelección de Bolsonaro.
«Ninguna diferencia del pasado, ni de ayer, ni las eventuales discordancias de hoy o de mañana servirán de razón, disculpa o pretexto para dejar de apoyar o defender con toda mi convicción la vuelta de Lula a la presidencia de Brasil y es con mucho orgullo que hago eso», aseguró.
Alckmin, exgobernador del PSDB, aceptó ser vice de Lula luego de afiliarse al Partido Socialista Brasileño (PSB) y abrió una nueva frontera de diálogo político en Brasil.
Alckmin, exgobernador del PSDB, aceptó ser vice de Lula luego de afiliarse al Partido Socialista Brasileño (PSB) y abrió una nueva frontera de diálogo político en Brasil, sobre todo luego del éxito de la antipolítica representado por Bolsonaro y sus aliados neofascistas y libertarios neoliberales.
Tanto Lula como Alckmin intentaron darle un tono descontracturado a sus discursos, que suelen estar llenos de formalidad política y económica, y hablar de un «nuevo plato de la culinaria brasileña: Lula con chuchú».
Lula significa calamar en portugués, mientras que Alckmin recibió el apodo de «chuchú», una legumbre insípida, por su falta de carisma ante el gran público.
El fundador del PT es líder en las encuestas con entre el 41 y el 45% de los votos y supera en entre 8 y 15 puntos a Bolsonaro, quien por su parte lanzó dudas sobre la transparencia electoral y está utilizando a las Fuerzas Armadas como una suerte de “garante” del Tribunal Superior Electoral, al que ya acusó de buscar perjudicarlo.
Con la presencia de Rousseff, expresidenta derrocada en 2016 a la que reivindicó, Lula dijo que no será miembro del gabinete sino «asesora de todas las horas», al cruzar especulaciones periodísticas sobre qué rol tendrá la mujer que fue su sucesora.
Lula pidió a la militancia enfrentar «sin miedo» las provocaciones y las «fake news del bolsonarismo».
La palabra «soberanía» fue la más pronunciada: «No se resume a la fronteras, sino a defender nuestra riqueza, biodiversidasd, garantizar el derecho a la alimentación, empleo bueno, salario justo y acceso a salud y educación de calidad»
La palabra «soberanía» fue la más pronunciada por el exmetalúrgico que con sus huelgas desde el sindicalismo enfrentó a la dictadura militar a fines de los setenta, también en un tono desafiante a los militares alineados con Bolsonaro y su discurso reivindicador de la bandera nacional.
El exmandatario prometió reindustrializar el país para «recupera la soberanía atacada por la política irresponsable del gobierno».
«La soberanía no se resume a la fronteras, sino a defender nuestra riqueza, biodiversidasd, garantizar el derecho a la alimentación, empleo bueno, salario justo y acceso a salud y educación de calidad», dijo.
Lula defendió el rol de Brasil durante su gestión «como protagonista internacional y sexta economía mundial, cuando ahora está en duodécima posición».
El mandatario convocó a defender ar la petrolera estatal Petrobras y a evitar la continuación de la privatización de sus empresas subsidiarias: dijo que los yacimientos submarinos hallados durante su gobierno serán, nuevamente, el pasaporte para el desarrollo industrial del país.
También atacó la privatización de la gigante eléctrica Eletrobras, prevista para este año y citó el caso del cierre de fábricas locales y multinacionales en Amazonas, San Pablo y Bahía.