“La perfección de una cosa no consiste en su forma externa, sino en la virtud que hay dentro de ella”

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La frase pertenece a Santo Tomás de Aquino, escrita en su obra cumbre: la Suma Teológica. Y parece pertinente a los recientes cuestionamientos hacia Formosa. La política argentina siempre ha estado marcada por las disputas y la diferencia de opiniones, pero a veces, en medio de la confrontación, es necesario recordar los logros que algunas provincias han alcanzado. En este sentido, las críticas de Patricia Bullrich hacia la provincia de Formosa merecen ser analizadas con una perspectiva más objetiva y despojadas de resentimientos partidistas.
Formosa ha sido durante décadas un territorio donde la doctrina justicialista ha prevalecido. Desde 1983, el pueblo de Formosa ha ratificado su confianza en este enfoque político en cada elección democrática. A partir de 1995, con Gildo Insfrán como figura clave, se inició un camino de crecimiento autónomo y justicia social que ha dado lugar al «Modelo Formoseño para el Desarrollo Provincial». Este modelo ha producido logros notables que deberían ser reconocidos y valorados.
El «Modelo Formoseño» es un ejemplo de lo que puede lograrse cuando se prioriza la inversión en educación, salud, seguridad y se promueve el desarrollo del sector privado. Formosa demuestra que es posible encontrar un equilibrio entre el progreso económico y la inclusión social, sin dejar atrás a los más vulnerables.
Uno de los puntos más notables es la manera en que el individuo en Formosa se realiza y, al mismo tiempo, contribuye al bienestar de la comunidad. Esto es un claro reflejo de cómo la solidaridad social no choca con el progreso. Gracias a la doctrina justicialista, el individualismo exacerbado de la derecha liberal no ha logrado romper los lazos que mantienen unida a esta comunidad.
Es cierto que ningún sistema es perfecto, y el «Modelo Formoseño» también enfrenta desafíos y demanda correcciones. Pero estos desafíos no deberían opacar los logros que se han alcanzado. Es crucial que el país valore lo que ha funcionado en Formosa y lo utilice como un modelo a seguir en lugar de simplemente criticar sin fundamentos sólidos.
Un aspecto importante a destacar es que el «Modelo Formoseño» se ha mantenido sin déficit fiscal ni deuda pública, lo que es un logro significativo en tiempos en los que el equilibrio fiscal es una preocupación constante. Esto demuestra que un enfoque basado en la justicia social y el apoyo al sector privado puede ser económicamente sostenible.
En última instancia, las críticas de Patricia Bullrich hacia Formosa deberían ser consideradas con escepticismo. Más allá de las diferencias políticas, es esencial reconocer los éxitos de un modelo que ha mejorado la vida de miles de formoseños. En lugar de rencor y odio, deberíamos fomentar un diálogo constructivo que permita la mejora continua de un sistema que ha demostrado que se puede lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y la justicia social. Formosa es un ejemplo que merece ser estudiado y valorado, y no debería ser objeto de críticas infundadas.*Raúl Ayala

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