Tras el Pacto de Mayo, el Presidente encabezó el Tedeum en la Catedral Metropolitana, pero se encontró con un discurso crítico del arzobispo Jorge García Cuerva. De la falta de «termómetro social» y «nadie se puede lavar las manos» a «las «expresiones vulgares».
Tras la fiesta que se organizó en Tucumán por la firma del Pacto de Mayo que terminó haciéndose el 9 de julio, el presidente Javier Milei participó del tradicional Tedeum en la Catedral Metropolitana y no le fue tan placentero como lo sucedido anoche porque el arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, volvió a dar un fuerte pero contundente mensaje político durante la celebración.
En la cara del propo Milei y de buena parte del gabinete nacional, el líder de la iglesia católica en la Argentina advirtió, entre otras cosas, que “a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie”, sostuvo que tienen «privilegios a costa de muchos», señaló que «nadie se puede lavar las manos» por la crisis y mirar para otros lado, criticó las «descalificaciones» y «expresiones vulgares» que la dirigencia que se quiere comparar con «los congresales de Tucumán en 1816» y reclamó unidad para sacar a la Argentina adelante.
García Cuerva comenzó su discurso haciendo referencia a los “hermanos paralizados hace años en su esperanza” y los que están “atravesados por el hambre la soledad”.
“Una justicia largamente esperada tantos argentinos tendidos, sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades del país, postrados a consecuencia de la falta de solidaridad y el egoísmo. En definitiva, tenemos una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente hace 208 años pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes, que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos”, sostuvo.
Luego se refirió al “gran objetivo” que debe tener la sociedad y es abogar a que “Argentina se cure», “que se ponga de pie” y que “se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma”. Además, en alusión al Papa Francisco, señaló que “no hay tiempo para la indiferencia” y que nadie se puede “lavar las manos” ante la situación social que estamos viviendo como país, luego de que anoche Milei culple a la herencia por la crisis de «magnitudes biblícas» de la que habló.
“Señor Jesús, muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, un esfuerzo que conmueve, un esfuerzo esperanzador. No permitas que lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro”, disparó García Cuerva durante la celebración religiosa.
El arzobispo también dijo que “demasiadas cosas» ya se hizo «mal en el pasado del que nadie se hace cargo, aunque el resultado es que en Argentina seis de cada diez chicos son pobres; niños con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados, o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto”.
En otro contundente tramo con contenido político, García Cuerva habló que «aquellos hombres que cargaban la camilla y como los congresales de Tucumán que declararon la Independencia», se debe «ser audaces, jugarnos la vida por los que sufren, comprometernos con los más pobres y excluidos, viviendo la libertad de la mano del amor al prójimo, independizados de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos, porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”.
Luego pidió «no posicionarnos siempre desde los conflictos, desde la grieta, desde los enfrentamientos” y lanzó un fuerte mensaje que inevitablemente impactó en Milei, que anoche pareció compararse con los patriotas de 1816 y que, además, es conocido por su tono agresivo contra todos quienes piensan distinto.
“Si los hombres que cargaban la camilla del paralítico, hubiesen actuado como nosotros, el enfermo terminaba en el piso, revolcado en el barro, y la camilla tironeada y rota por ellos. Si los congresales de Tucumán en 1816 insistían en sus diferencias sobre el modelo para la organización nacional, o sus distintas concepciones ideológicas, sin buscar consensos, todavía estarían discutiendo en la casa de Tucumán, aunque no sé si con los gritos, descalificaciones, expresiones vulgares y agresiones, a las que nosotros tristemente estamos acostumbrados hace años”, sintetizó.
Y concluyó: “O somos hermanos o se viene todo abajo. Por eso invito a todos los aquí presentes y también a quienes nos siguen por los medios de comunicación y por las redes sociales a rezar juntos”.