* Raul Ayala
El reconocimiento del candidato presidencial Javier Milei hacia Margaret Thatcher plantea una discusión necesaria sobre el impacto de las políticas impulsadas por ella y Ronald Reagan. Si bien su enfoque económico fortaleció el capitalismo y el neoliberalismo como paradigma global, es crucial analizar las repercusiones sociales.
El respaldo a la iniciativa privada, la desregulación y la competencia propiciado por Thatcher y Reagan se extendió, influyendo en líderes mundiales y organismos económicos internacionales. Sin embargo, esta misma doctrina económica ha generado profundas desigualdades sociales y económicas.
Los recortes en impuestos, servicios públicos y protección social, aunque beneficiaron a las clases más acomodadas, provocaron un perjuicio significativo a los estratos más vulnerables de la sociedad. La brecha entre ricos y pobres se amplió, no solo a nivel nacional, sino también entre naciones, exacerbando la dependencia, la deuda externa y la explotación de recursos en los países más desfavorecidos.
Es necesario reflexionar sobre cómo la admiración por figuras como Thatcher, cuyas políticas han tenido un impacto global, debe ir más allá de los logros económicos para considerar las consecuencias sociales. En un contexto donde la desigualdad persiste como un desafío fundamental, la idolatría ciega a ciertas figuras puede opacar el examen crítico de sus legados.