Estados Unidos advirtió que la crisis podría no haber terminado. Hay dudas sobre el verdadero control del Kremlin.
Mercenarios rusos fuertemente armados se retiraron de la ciudad meridional rusa de Rostov durante la noche en virtud de un acuerdo que detuvo su rápido avance sobre Moscú, pero dejó preguntas sin respuesta sobre el control del país por parte del presidente Vladimir Putin.
Tras poner fin a su motín, los combatientes del grupo Wagner regresaron a sus bases a cambio de garantías de seguridad.
Su líder, Yevgeny Prigozhin, se trasladará a Bielorrusia en virtud del acuerdo alcanzado con la mediación del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, sugirió que la agitación en Rusia podría no haber terminado y tardar meses en resolverse, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores de Italia dijo que había hecho añicos el «mito» de la unidad rusa.
Putin no hizo comentarios públicos desde que se alcanzó el acuerdo para desescalar la crisis.
La televisión estatal difundió el domingo extractos de una entrevista en la que Putin afirmaba que estaba dando la máxima prioridad al conflicto de Ucrania. Sin embargo, la entrevista parecía haber sido grabada antes del motín y no hacía ninguna referencia a los acontecimientos del sábado.
La televisión estatal también informó que Putin asistiría a una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia la próxima semana, sin dar más detalles.
Prigozhin, de 62 años, fue visto abandonando el cuartel general del distrito de Rostov -a cientos de kilómetros al sur de Moscú- a última hora del sábado en un vehículo utilitario deportivo. El domingo se desconocía su paradero.
Prigozhin, antiguo aliado de Putin y exconvicto, cuyas fuerzas libraron las batallas más sangrientas de los 16 meses de guerra en Ucrania, sostuvo que su decisión de avanzar sobre Moscú tenía por objeto destituir a los mandos rusos corruptos e incompetentes a los que culpa de haber estropeado la guerra.
«Grietas» en la fachada.
Los líderes occidentales expresaron su preocupación por la agitación en Rusia, que posee el mayor arsenal nuclear del mundo. «Hemos visto surgir más grietas en la fachada rusa. Es demasiado pronto para decir exactamente hacia dónde van y cuándo llegarán. Pero ciertamente, tenemos todo tipo de nuevas preguntas que Putin va a tener que abordar en las próximas semanas y meses», advirtió Blinken al programa «Meet the Press» de la NBC el domingo.
Blinken señaló también que Estados Unidos seguía centrado en ayudar «resuelta e implacablemente» a Ucrania a defenderse y recuperar el territorio arrebatado por Rusia en los últimos 16 meses.
China, un aliado clave de Putin, no hizo ninguna referencia pública inicial a la agitación, y finalmente aseguró tras las conversaciones con un alto diplomático ruso de visita el domingo que apoyaba los esfuerzos de Rusia para mantener su estabilidad nacional.
Tras tomar Rostov -principal centro logístico de retaguardia de la invasión rusa de Ucrania-, los mercenarios recorrieron el sábado cientos de kilómetros hacia el norte, en lo que Prigozhin denominó una «marcha por la justicia», transportando tanques y camiones blindados y rompiendo las barricadas levantadas para detenerlos, antes de que se alcanzara el acuerdo de retirada.
Los videos compartidos en las redes sociales desde Rostov durante la noche mostraban supuestamente a los mercenarios retirándose en una caravana de vehículos blindados, tanques y autobuses al son de vítores, cánticos de «Wagner» y disparos de celebración de los residentes. Reuters pudo verificar la ubicación del video, pero no la fecha en que se grabó.
«Cuídense», gritó una mujer.
Las muestras de apoyo a la efímera insurrección de Wagner fueron sorprendentes en un país cada vez más intolerante con las críticas públicas a Putin y su gobierno.
El ambiente en las calles de Rostov el domingo era principalmente de alivio.
«Fue aterrador (…) Todo el mundo se alegra de que no haya pasado nada malo (…) No se llegó a un enfrentamiento armado», afirmó el residente Dmitry, que no quiso dar su apellido. «Hay problemas muy graves en el país, y hay que resolverlos».
En Moscú, donde el domingo apenas había indicios de un aumento de la seguridad, algunos expresaron cierta comprensión por la postura de Prigozhin.
«Las opiniones de una persona que tiene cierto peso en la sociedad probablemente deberían ser escuchadas por las autoridades», expresó Oleg. El lunes fue declarado día no laboral en la capital rusa para dar tiempo a que se calmen los ánimos.
Acuerdo alcanzado.
En virtud del acuerdo, negociado a última hora del sábado, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró que se retiraría la causa penal abierta contra Prigozhin por amotinamiento armado, que Prigozhin se trasladaría a Bielorrusia y que los combatientes de Wagner que se unieron a su causa no se enfrentarían a ninguna acción, en reconocimiento de su anterior servicio a Rusia.
Peskov señaló que Lukashenko se había ofrecido a mediar, con la aprobación de Putin, porque conocía personalmente a Prigozhin desde hacía unos 20 años.
En un discurso televisado durante la crisis del sábado, Putin advirtió que la rebelión ponía en peligro la existencia misma de Rusia, prometiendo castigar a los que estaban detrás de la revuelta y estableciendo paralelismos con el caos de 1917 que había llevado a la revolución bolchevique.
Prigozhin lleva meses acusando al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, de incompetencia y de negar munición a sus combatientes mientras luchaban por tomar Bajmut, en Ucrania.
Wagner, cuyos hombres en Ucrania incluyen a miles de expresos reclutados en las cárceles rusas, se convirtió en un negocio internacional en expansión con intereses mineros y con combatientes en África y Oriente Próximo.
Este mes, Prigozhin desafió las órdenes de firmar un contrato que ponía a sus tropas bajo el mando del Ministerio de Defensa.
Inició la rebelión el viernes tras denunciar que los militares habían matado a algunos de sus hombres en un ataque aéreo. El Ministerio de Defensa lo negó.
El ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, declaró al diario italiano Il Messaggero que Putin creó las condiciones para la insurrección del sábado al permitir que Prigozhin formara un ejército privado tan formidable.
«El mito de la unidad de la Rusia de Putin se ha acabado (…) Es el resultado inevitable cuando se apoya y financia a una legión de mercenarios», dijo Tajani en la entrevista, publicada el domingo. «Una cosa es cierta: el frente ruso es más débil que ayer. Espero que la paz (en Ucrania) esté ahora más cerca».
La revuelta se produjo a pocas semanas del inicio de la contraofensiva más fuerte de Ucrania desde la invasión de Moscú en febrero del año pasado.
(Reporte de periodistas de Reuters; Escrito por Gareth Jones)