El presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, han anunciado con entusiasmo un supuesto superávit primario y financiero en la economía argentina. Sin embargo, detrás de esta celebración se esconde una realidad sombría que merece atención.
Este aparente superávit se logra a costa de la licuación de activos y salarios, así como de recortes en los haberes de jubilados y cientos de miles de despidos, particularmente en el sector de la obra pública.
Además, se observa un descenso en los fondos coparticipables y recursos destinados a provincias y municipios, junto con aumentos en los precios de combustibles y energía, lo que empuja a más de la mitad de los argentinos hacia la pobreza.
Es importante desmentir la afirmación de Milei sobre la cercanía de la dolarización. Datos proporcionados por el licenciado en economía y doctor en ciencias sociales, Fabián Giuliano, señalan que Milei no está cerca de dolarizar.
Las reservas netas de dólares continúan siendo negativas, partiendo de menos 12 mil millones cuando asumió el cargo, y actualmente en menos 6500 millones.
Rescatar toda la base monetaria, incluyendo plazos fijos, implicaría unos 35 mil millones de dólares.
El ajuste fiscal ortodoxo neoliberal, acompañado de una recesión persistente y una inflación elevada, requiere un marco institucional y político dinámico que actualmente está estancado.
Se esperan reformas fiscales, de ingresos y laborales, pero no existe una política de precios que coordine de manera eficaz los precios relativos.
Giuliano expresa que abril será un mes más crítico aún, marcado por la recesión.
El aumento de despidos es preocupante y podría empeorar en los próximos meses.
En conclusión, el supuesto superávit celebrado por el gobierno de Milei conlleva serias repercusiones negativas para la población.
Es esencial monitorear de cerca la evolución de la economía y estar atentos a medidas que puedan acentuar el impacto adverso en la sociedad.