La humanidad se lo pregunta desde sus inicios y la ciencia finalmente encontró respuesta.

La eterna pregunta sobre qué surgió primero, si el huevo o la gallina, parece haber encontrado respuesta definitiva gracias a la ciencia. Investigadores revelaron que, al menos en el caso del huevo moderno de gallina, es el ave la que antecede a su propio huevo. Este veredicto emerge de un fascinante descubrimiento sobre la formación de la cáscara, un proceso crucial en la reproducción de las aves de corral.
El hallazgo que da sustento a esta respuesta gira en torno a una proteína específica: la ovocleidina-17 (OC-17). Esta proteína actúa como catalizador para convertir el calcio en la dura cáscara que protege el contenido del huevo. Lo interesante es que la proteína OC-17 solo se produce en los ovarios de la gallina, lo que significa que sin el ave, sería imposible formar ese característico huevo de gallina que todos conocemos en la actualidad.
Si bien los huevos existen en la naturaleza mucho antes que las gallinas —fueron puestos por reptiles, dinosaurios y otras especies antiguas—, la cuestión apunta al huevo específico de la gallina como fenómeno biológico moderno. La ciencia sostiene que, para que exista este tipo de huevo, primero debe existir la gallina, ya que solo en su interior se produce la OC-17 que da origen a la cáscara.
El posteo de Instagram donde se comparte este dato no tardó en generar debate. Decenas de usuarios reaccionaron con preguntas y comentarios, algunos acudiendo a creencias religiosas, mientras que otros aportaron argumentos evolutivos. Entre los comentarios, no faltaron quienes señalaron que, en definitiva, el primer ejemplar de gallina habría surgido de un huevo, posiblemente puesto por una especie ancestral ligeramente diferente, lo que añade matices al enigma.
Este cruce entre ciencia y tradición revela cómo una simple cuestión puede condensar discusiones filosóficas, religiosas y biológicas. La respuesta científica, si bien es clara desde el punto de vista de la biología molecular, sigue abriendo la puerta a preguntas sobre los orígenes y la evolución de las especies, y a reflexiones sobre cómo interpretamos los avances del conocimiento.
Así, la antigua duda popular encuentra en la ciencia moderna una explicación plausible, aunque lejos de cerrar el debate en el imaginario colectivo. La próxima vez que surja la pregunta en una charla, tal vez el público argentino tenga una nueva herramienta para responder, apelando a las moléculas de calcio y las proteínas que solo una gallina puede producir.




